lunes, 5 de marzo de 2012

Misión Imposible XVIII

Dieciocho por decir un número, porque no sé la de intentos que llevo con Rodrigo y el WC. Si a Diego le costó, a su hermano le queda para largo. Y es que no hay forma de que salga nada en el wáter. Todas las mañanas le siento un ratito (porque es cuando acostumbra a hacer kk) y leemos un cuento para hacer tiempo, probamos a hacer fuerza... pero nada. Si está sin pañal va suplicando todo el rato que le pongamos uno. Yo utilizo la técnica del calzoncillo doble debajo del pantalón cuando está en casa para que el pis no haga un charco en el suelo o en la moqueta (pesadilla de Héctor). Y siempre acaba mojado. Nunca pide hacer pis ni va al aseo. Argumenta que "es pequeñito" una y otra vez. Pero luego quiere hacer todo lo de los niños mayores. Total, que ya no sabemos qué hacer. Utilizamos el refuerzo positivo, las recompensas, premios, gomets y de todo, pero -aunque se muere de ganas de conseguirlo- la repulsión a quitarse el pañal es superior. Así que tenemos la casa llena de incentivos para cuando haya grandes momentos dignos de recompensar. Algunos se ven cuando está sentado en el wáter, otros cuando está sentado a comer... Ya sé que cada niñ@ es diferente y que la maduración para estos casos es particular, pero es que Rodrigo es de un vago especial. Tiene más cuento que Calleja y se echa al rollo de niño pequeño para seguir con los pañales. Y aquí cuestan una pasta!


El más interesado en que Rodrigo consiga uno de estos coches es Diego. Esta mañana le ha animado a sentarse en la taza y le ha contado un cuento esperando que "saliera algo"... Desde luego que la mejor motivación para Rodrigo es su hermano. Así que si Diego se empeña en que Rodrigo use el WC, lo más probable es que su hermano acabe complaciéndole.


2 comentarios:

Monica dijo...

Me encanta la foto con Diego explicandole el cuento! Seguro que conseguirá motivarle y así él se llevará el coche ;)
A seguir intentándolo! Que al final todo se consigue... Ya sabemos que a Rodrigo le cuesta un poquillo más eso de los cambios. Los peques somos más miedosos ;)

PapayMama dijo...

¡No hay mal que cien años dure!